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La monetización del Vaticano es atada al poder temporal de los Papis, nato con el Estado de la Iglesia antes y continuado sucesivamente con el Estado de la Ciudad del Vaticano. Las posesiones de la Iglesia, fruto principalmente de donaciones, son hechos remontar d.C. a la Donación de Constantino del 321, un acto de dudosa autenticidad según el que el emperador Constantino I dio a la Iglesia de Papa a Silvestre I soberanía sobre Roma y resto del imperio Romano de occidente. El papel político de la Iglesia se pone manifiesto a la caída del imperio Romano de occidente en el 476, cuando por toda la edad media el papado apoya la lucha de los bizantino contra los longobardos. En los alternos hechos de este choque se encuadra la Donación de Sutri del 728 de parte del Rey Liutprando a favor de la Iglesia de Papa Gregorio II, que representa el primer acto formal por la constitución del Patrimonio de San Pietro, núcleo del futuro Estado de la Iglesia.
Al fin del esarcato en el 751, el papel de defensor del poder temporal de los Papis de los longobardos es asumido por Pipino el Breve, que manda las mismas tropas en Italia en el 754 y en el 756. En el 754 los francos le ceden formalmente al Papa a Esteban II el control de la ciudad de Roma y los territorios circunstante, área sobre el que la Iglesia ya ejerció una soberanía de hecho a partir del VI siglo. En el 781 Carlomagno extiende la lista de los territorios bajo el control de la Iglesia hasta comprender todo el Ducado de Roma, Rávena, el Pentapoli, (formado por Marcas, parte de Umbría, parte de Véneto y parte del Liguria), parte del Ducado de Benevento, Toscana, Córcega, Lombardía, además de una serie de ciudad italianos menor. La unión entre Iglesia y Carolingios llevó en las 800 al Papa Leo III a coronar a Carlomagno emperador del Sagrado Romano Imperio. La estructura organizativa del Estado de la Iglesia, difundida progresivamente él en el curso de los siglos por donaciones, adquisiciones o conquistas, se basó en la actividad de los obispos y los abades de los monasterios.
El equilibrio existente en el Sagrado Romano Imperio entre el poder político del emperador y la autoridad espiritual del Papa se rompió en el 1075 con la lucha por las investiduras entre Papa Gregorio VII y el emperador Enrique IV. En efecto, en el 877 el emperador Carlos el Calvo, con el Capitular de Kiersy, reconoció la heredabilidad de los feudos, que por lo tanto huyeron del directo control del soberano. Los feudos de los obispos cuentas, en cambio, a la muerte del titular le volvieron al emperador fecha la imposibilidad de reconocer a herederos legítimos. Con la lucha por las investiduras el emperador reivindicó el derecho, hasta entonces reservado al Papa, de nombrar a los obispos invirtiéndolos de un feudo. Este choque entre Emperadores alemanes y los Papis duró más que siglo medio y acabó en el 1122 con el Concordato de Worms entre el emperador Enrique V y Papa Calixto II, que distinguió entre la investidura feudal, otorgada por el emperador y la investidura episcopal, otorgada del Papa o de un representante suyo.
Entre el 1305 y el 1378 la sede papal fue trasladada por Roma a Aviñón por el Papa de origen francés Clemente V. A. Roma el poder del noble favorito de la ausencia de los Papis lleva en el 1347 a la proclamación de Cola de Rienzo como a tribuno del pueblo durante el papado de Clemente VI. Le huido a Praga para buscar protección del emperador de la reacción de los aristócratas, Cola de Rienzo fue parado y remitido al Papa. La vuelta a Roma del Papa Gregorio XI en el 1378 y la elección del Papa Urbano VI en Italia y Clemente VII en Francia llevó al Cisma de occidente, que llevó a la contemporánea presencia de más pretendientes al título de Papa hasta la elección de Martín V en el 1417. , Gracias a las conquistas de Papa Inocencio III y Papa Julio II, el ápice de la extensión del Estado Pontificio se tuvo en el siglo XVII cuando, ocupó Lacio, Umbría, las Marcas, Romaña, parte de la Emilia, Pontecorvo y Benevento. El control de los territorios de parte de la Iglesia fue, en cambio, muy débil, encomendándose a nobles locales y padeciendo continuas contestaciones de parte de los regentes. También a causa del creciente nepotismo presente en el '400, la corte pontificia conoció períodos de corrupción difusa, llevando la población en un estado de extrema miseria.
Un primer golpe al poder temporal de los Papis se tuvo 1797 con la conquista de parte de Napoleón Bonaparte de un vasta área del Estado de la Iglesia. El 15 de febrero de 1798 el pueblo declara decaído el poder del Papa Pío VI, proclamando la Primera República romana, reconocida por los franceses que ocuparon la ciudad. El 28 de noviembre de 1798 las tropas napolitanas ocupan Roma, pero son golpeadas el 14 de diciembre por los franceses. El 19 de septiembre de 1799 los franceses abandonan Roma, reconquistada el 30 de septiembre de los napolitanos hasta el 2 de febrero de 1805, cuando las tropas francesas regresan a Roma, que el 17 de mayo de 1809 es agregado al imperio napoleónico. En el 1815 fondo el Papa Pío VII, el Congreso de Viena restableció la situación territorial precedente los campos napoleónicos a menos que Pontecorvo y Benevento, poniendo pero el Estado Pontificio bajo la protección austriaca.
Una nueva crisis se tuvo en el 24 de noviembre de 1848, cuando una revuelta obligó al Papa Pío IX a ampararse a Gaeta con la proclamación de la Segunda República romana el 9 de febrero de 1949; la República fue suprimida por Napoleón III el 3 julio del mismo año y en el abril del 1850 el Papa hizo vuelta a Roma gracias a la protección de las tropas. La mayor parte de los territorios del Estado de la Iglesia vino pero definitivamente perdida en el 1860-1861, con su anexión al Reino de Italia. Usted fin del Estado Pontificio se tuvo luego en el 1870, con la conquista de Roma de parte de Víctor Manuel II de Saboya. La consiguiente rotura entre Iglesia y estado italiano duró hasta el 1929, cuando con la firma de los Pactos Lateranenses entre Papa Pío XI y el gobierno de Benito Mussolini fue creado el Estado de la Ciudad del Vaticano. Entre las cláusulas del tratado, la acuñación de las monedas de la Ciudad del Vaticano es acercada a la de las monedas italianas de parte de la Garrapata de Roma. En el 2001, a pesar de la Ciudad del Vaticano no haga parte de la unión europea, por las uniones con el Estado italiano, como por las monedas de San Marino, es permitida la emisión de euro del Vaticano.
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